Evolución del olivar en España: del olivar tradicional al olivar superintensivo

Evolución del olivar en España: del olivar tradicional al olivar superintensivo

La manera de cultivo del olivo que utilizaban las antiguas civilizaciones no dista mucho de las denominadas plantaciones tradicionales, en las que se usan amplios marcos de plantación de 10×10 m o 12×12 m, en secano y con densidades de plantación de entre 80-100 plantas/ha. Los sistemas de formación de estas plantaciones se basan en árboles de 3 pies de media, siendo la recolección manual.

En esta recolección se golpean las ramas y los frutos, que a veces se recogían sobremaduros para facilitar el desprendimiento. Las aceitunas caían al suelo para ser recogidas después, en muchos casos mezcladas con aceitunas ya caídas con desarrollo de podredumbre por lo que este método no puede garantizar una buena calidad del aceite.

Además, este tipo de plantaciones solía situarse en los terrenos de más difícil acceso como tierras con pendiente y asociado con otros cultivos o pasto para el ganado. Son plantaciones muy longevas, pero poco productivas.

 

Evolución del olivar en España: del olivar tradicional al olivar superintensivo

 

A partir de los años 60 se empezaron a realizar en Andalucía plantaciones más densas, con plantas distribuidas de manera uniforme por el terreno y con un solo pie por planta, lo que permitió mayor grado de mecanización sobre todo en la recolección. Se usan densidades de entre 200 y 400 olivos/ha, con marcos de 8 x 6 m o 6 x 4 m, que comienzan a producir en el tercer o cuarto año tras su establecimiento y alcanzan la máxima producción entre el séptimo y el décimo año.

Su longevidad se reduce a 40-50 años, pero su productividad aumenta hasta 10000 kg/ha en regadío. El sistema de formación habitual es un árbol con un solo tronco de 1 m. Además, la incorporación de nuevos cultivares ha supuesto un gran avance en cuanto a resistencias, producciones más regulares, adaptación a mecanización y mejores características del aceite obtenido.

El aumento del consumo del aceite de oliva y la modernización de las almazaras han aumentado la demanda de aceitunas de calidad para la elaboración de aceite (Rallo., 2007), por lo que en los últimos años se han introducido cambios tecnológicos que permiten establecer una olivicultura más rentable y que ofrece mejor calidad del producto frente al sistema de cultivo tradicional.

Probablemente uno de los factores más importantes que han influido en la evolución del olivar en España haya sido la introducción de plantaciones superintensivas o en seto.